¿En qué consiste la identidad moral de una profesión?

¿Cómo afirmar que X es miembro de la profesión Y? Para algunos filósofos, la respuesta depende al menos de dos cosas: para empezar, de las metas, valores o bienes internos que se persiguen. Una persona pertenece a tal profesión si persigue los bienes internos que le son propios, aquellos que sólo pueden surgir de su práctica (otros bienes, como el dinero o el prestigio social, pueden obtenerse de otras maneras, y por eso le son externos) y que dan sentido a esa actividad.

Por ejemplo, alguien será médico en la medida en que persiga los fines que son propios a la medicina; según el Hastings Center, estos son la prevención de enfermedades, la conservación de la salud, el alivio del dolor y el sufrimiento, la atención y curación de los enfermos, y la búsqueda de una muerte tranquila. Al margen de dónde ejerza, de si lleva bata blanca o no, o de quién le pague, si persigue esos fines podemos decir que es médico. Y si no lo hace, que no lo es, o que es un médico corrupto.

Pero eso no es todo; hay un segunda parte de la respuesta. La medicina es una práctica esencialmente social, relacional, y por ello es necesario tener en cuenta un componente intersubjetivo, que nos permite entender la actividad en relación no ya a cómo la vive el profesional, sino a cómo la viven los otros. O sea, que uno también es tal cosa (médico) en la medida en que otros (pacientes, colegas, autoridades) dicen que lo es. Si las cosas se hacen bien, este componente depende del primero, y el reconocimiento se otorga en función de la persecución de los bienes internos. Si no…

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