La tarea ética de la universidad, desde Islandia

En su último número (dedicado al debate sobre la mejora cognitiva) la revista Dilemata publica una reseña-obituario que me ha dado mucha satisfacción  escribir, aunque su peso en la contabilidad curricular sea ínfimo y la ocasión sea triste. Se trata de un comentario breve al (este sí definitiva y lamentablemente) último libro de Páll Skúlason, que fue rector de la Universidad de Islandia cuando estuve trabajando allí: A Critique of Universities: Reflections on the status and direction of the modern university (Reykjavík: University of Iceland Press, 2015). El texto completo puede descargarse abajo. A continuación resumo algunos puntos importantes: Continue reading

La crisis islandesa explicada a los niños

Pero ¿por qué acabó de tan mala manera el tiempo de la prosperidad? He tenido tiempo para reflexionar al respecto y casi puedo asegurar que la explicación es tan extraña como simple: ausencia de niños. Igual que su padre, el fascismo, el neocapitalismo fue creado por varones blancos sin hijos, que se divertían poniéndose elegantísimos y bebiendo cócteles a sorbitos con un grupo de personas de su mismo sexo, pero que en su inmenso amor a la sociedad se olvidaban de pensar en mujeres, hijos y las tres M (majaretas, mutilados y mayores). Porque en todos sus rasgos más significativos, el capitalismo se centra en que nada moleste al varón en su trabajo, mientras la mujer le lleve las camisas a la lavandería y no vengan niños al mundo y no haya que llevar a los mayores a un centro sanitario. Y es que el sistema alcanza su culminación en los lugares del mundo que están prohibidos a los niños, los campus universitarios y los barrios financieros de Estados Unidos.

Hallgrímur Helgason (trad. de Enrique Bernárdez)
La mujer a 1000º (Lumen, 2013)

Un andamio para construir valores

Este mes de diciembre colaboraré con un grupo de trabajo formado por profesionales de Osakidetza en una innovadora actividad formativa. A partir de su experiencia y compromiso con los valores de la sociedad guipuzcoana, vamos a adquirir las competencias necesarias para diseñar una intervención mesoética centrada en el Hospital Donostia. Este es el plan que propongo para la primera reunión. Continue reading

Niveles éticos y recogida selectiva en Bristol

Gracias a Jon Umerez, he podido corregir algunas erratas en el artículo de Dilemata, disponible aquí. A propósito de este tema, aquí van unas fotos de Bristol que ilustran cómo es el sistema de recogida de residuo sólido urbano en esta ciudad de 432.500 habitantes, que ha tomado el relevo de Vitoria-Gasteiz, Nantes y Copenhague al recibir el premio Green Cities, que la convertirá en capital verde europea en 2015. Continue reading

50 años de bioética

Aunque el término no estuviera en circulación, muchos sostenemos que esto de la bioética comenzó hace medio siglo, cuando el famoso comité de legos de Seattle. Ya lo hemos mencionado aquí, pero por si acaso recuerdo algunas fechas señaladas (en mi libro Bioética para legos).

  • 1962: Se da a conocer un comité (creado en 1961 en Seattle, estado de Washington) para decidir qué pacientes tenían preferencia para beneficiarse de la entonces reciente máquina de hemodiálisis.
  • 1966: Henry K. Beecher publica un artículo denunciando 22 casos que violaban de alguna forma los criterios éticos básicos en los estudios clínicos con sujetos humanos.
  • 1967: Los primeros trasplantes de corazón plantean el problema de cómo definir la muerte; en 1968 se publican los criterios de Harvard para el cese irreversible de las funciones cerebrales.
  • 1969: Luis Kutner publica un artículo proponiendo el “testamento vital” [living will] para facilitar los derechos de los enfermos terminales a controlar las decisiones que afectan a su cuidado médico.

Land art, land ethics?

Muchos libros de ética ambiental han acabado por serlo de manera involuntaria. Comenzaron como diarios, como el Sand County Almanac de Aldo Leopold, que puso en circulación la “ética de la tierra” en un libro de ensayos y excursiones al aire libre. Y, naturalmente, Leopold seguía la escuela de Henry David Thoreau, el autor de Walden. El libro que nos ocupa aquí pertenece a esta tradición ambientalista accidental o a su pesar, aunque renuncie expresamente al moralismo. De hecho, cuando el autor anota las razones por las que sale a caminar, una de ellas es que “solo por aquí la naturaleza puede regalarme algo insospechado y que no necesita moral” (149).
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¿En qué consiste la identidad moral de una profesión?

¿Cómo afirmar que X es miembro de la profesión Y? Para algunos filósofos, la respuesta depende al menos de dos cosas: para empezar, de las metas, valores o bienes internos que se persiguen. Una persona pertenece a tal profesión si persigue los bienes internos que le son propios, aquellos que sólo pueden surgir de su práctica (otros bienes, como el dinero o el prestigio social, pueden obtenerse de otras maneras, y por eso le son externos) y que dan sentido a esa actividad.

Por ejemplo, alguien será médico en la medida en que persiga los fines que son propios a la medicina; según el Hastings Center, estos son la prevención de enfermedades, la conservación de la salud, el alivio del dolor y el sufrimiento, la atención y curación de los enfermos, y la búsqueda de una muerte tranquila. Al margen de dónde ejerza, de si lleva bata blanca o no, o de quién le pague, si persigue esos fines podemos decir que es médico. Y si no lo hace, que no lo es, o que es un médico corrupto.

Pero eso no es todo; hay un segunda parte de la respuesta. La medicina es una práctica esencialmente social, relacional, y por ello es necesario tener en cuenta un componente intersubjetivo, que nos permite entender la actividad en relación no ya a cómo la vive el profesional, sino a cómo la viven los otros. O sea, que uno también es tal cosa (médico) en la medida en que otros (pacientes, colegas, autoridades) dicen que lo es. Si las cosas se hacen bien, este componente depende del primero, y el reconocimiento se otorga en función de la persecución de los bienes internos. Si no…